En otro orden, el juez que ahora viene entendiendo en el caso, Celso de Mello ha dicho al periodismo: “Los crímenes supuestamente practicados por el Presidente de la República parecen tener íntima conexión con el ejercicio del mandato presidencial” lo que permitiría habilitar la investigación.

La lupa de la Justicia del Brasil tiene como principal cometido esclarecer si Bolsonaro cometió un eventual delito de falsedad ideológica, coacción, prevaricación u obstrucción de Justicia, entre otros delitos.

En este contexto se informó que tomó intervención el Fiscal General Augusto Aras a quien se le deberán entregar las conclusiones de las investigaciones y que en el caso de que Aras halle elementos que respalden la denuncia formal contra Bolsonaro por delitos comunes, corresponderá a la Cámara de Diputados autorizar que la investigación sea llevada a cabo por el STF, materializándose la separación de Bolsonaro del cargo de Primer Mandatario si acaso hasta que se dicte el fallo.

De llegarse a este punto, de hecho significaría el “impeachment” (un juicio político por "crímenes de responsabilidad” en el cumplimiento de sus funciones”) que aprobaría la Cámara de Diputados pero que llevaría a cabo el Senado, tal como aconteció en el caso de Dilma Rousseff en el pasado año 2016.

Cabe consignar que Sergio Moro, uno de los ministros estrella por su rol en la megaoperación anticorrupción denominada “Lava Jato”, presentó su renuncia después de que Bolsonaro destituyera al jefe máximo de la PE, el máximo órgano de investigación que depende del Ministerio de Justicia.

Los descargos de Bolsonaro en relación a todo este asunto se dieron a conocer públicamente, expresando que él podía elegir a quien quisiera en la policía afirmando enfáticamente que “el nombramiento es mío, la prerrogativa es mía y el día que tenga que someterme a cualquiera de mis subordinados, dejo de ser presidente de la República”.

En el otro extremo de la compleja confrontación Sergio Moro aseguró que Bolsonaro le dijo varias veces que quería a alguien dentro del cuerpo que fuera “su contacto personal, a quien pudiera llamar, de quien pudiera obtener información, informes de inteligencia”

Conocida toda esta situación, en el ámbito de la población brasileña, la confrontación resultó inevitable. Según los medios, el 48 por ciento de los brasileños rechazaría el proceso con fines de destitución, mientras que un 45 por ciento lo apoyaría. Las encuestas señalan que un seis por ciento de los entrevistados optó por ponerse en una posición neutral, sin pronunciamiento alguno.

¿Jair Bolsonaro está viviendo acaso una situación que indefectiblemente visibilizaría su autoritarismo con frisos de criminalidad? ¿Una situación, en alguna medida prevista? ¿Una situación que se relaciona estrechamente con el perfil de un personaje que desde el mismo momento que llegó a la Presidencia sembró tsunamis de descontento y de incoherencias a diferentes niveles? ¿Era de esperar toda esta situación con Jair Bolsonaro? Tal parece que sí, pero aguardaremos lo que resuelve la justicia.

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*Foto de Portada: www.diariodecuba.com