Hoy por hoy, todos se miran entre sí, hasta si se quiere azorados (desconcertados) frente a dos recientes narco escándalos que salieron a la luz pública: la incautación en Hamburgo (Alemania) de los 4.500 kilos de cocaína hallados en un contenedor (supuestamente cargado de soja de la zona de Los Cerrillos) en un barco mercante que salió del Puerto de Montevideo, con destino a Amberes, en Bélgica; y la incautación –dos meses antes, es decir en mayo- de unos 603 kilos de cocaína, en un avión privado, con pasajeros y tripulación (y 43 valijas llenas hasta el tope de cocaína de alta pureza seguramente traída de Colombia o de Bolivia, o vaya uno a saber de dónde) que aterrizó en una zona fronteriza entre Francia y Suiza, procedente del Aeropuerto Internacional de Carrasco, Uruguay. En un viaje sin contratiempos porque no conoció de controles ni de inspecciones de ninguna especie.

El embarque de cocaína interceptado en Hamburgo sería la gota que desbordó el vaso. La novedad fue dada a conocer en Alemania hace algunos días y en la oportunidad quedó la duda respecto al lugar donde se embarcó la cocaína, dejando abierta la posibilidad de que la droga (los 4.500 kilos hallados en bolsos deportivos, en un contenedor en el que debería haberse hallado soja del departamento de Canelones) pudo haber sido colocada a bordo del contenedor uruguayo en el puerto de Santos (Brasil), última escala de la embarcación mercante antes de cruzar el Atlántico.

En consecuencia, las investigaciones en Uruguay (en Montevideo) se hicieron contra reloj. La embanderada en ese trabajo fue la Fiscal especializada en Estupefacientes, la doctora Mónica Ferrero, quien como primera medida comenzó a pedir informes y tomar declaraciones en los mandos altos de la Dirección Nacional de Aduanas, la Administración Nacional de Puertos y la Prefectura Nacional Naval, con el cometido prioritario de verificar y chequear cómo se hicieron los controles. En realidad buscaba atar cabos, porque era un hecho que algo no había funcionado como debía, y principalmente los controles. Los controles, que se estima deberían haber sido infalibles. Pero, a juzgar por los acontecimientos, no lo fueron. ¿Acaso hubo corrupciones? Diríamos que sería improbable una respuesta negativa.

Las investigaciones con Ferrero a la cabeza, finalmente, en las últimas horas, dieron resultados, fruto de agotadoras horas de trabajo, de la Fiscal en cuestión y de todo su equipo de operadores. En medio de esa intensa labor para desatar un verdadero nudo gordiano en torno a la maniobra delictiva la operadora del Ministerio Público recibió un detallado informe del Comando de la Prefectura Nacional Naval, en la persona del Prefecto Marcos Paolini, en el que se establecía que los dos precintos originales: de seguridad y de ganadería, al arribo del buque a Hamburgo, no estaban adulterados. Ese dato (que trascendió a los medios de prensa) resultó ser determinante e hizo inminente (en la jornada de este miércoles 8 de agosto) que las cuatro toneladas y media de cocaína habían salido del puerto de Montevideo ¿Cuándo se cargaron los bolsos deportivos con cocaína? ¿Cómo se sortearon los controles dentro del puerto y en el acceso a él, si es que la cocaína se colocó en los bolsos fuera del recinto portuario? Fueron las inevitables interrogantes que seguramente se debe haber hecho Ferrero, y en tal sentido, en el preciso momento que redactamos estas líneas, es que ella viene trabajando, dentro del más absoluto hermetismo.

fiscal monica ferrero

De todas formas trascendieron algunas líneas de investigación que apuntan en dirección a las maniobras estrictamente relacionadas con las modalidades de exportación de la soja, adoptadas por los narcos y sus cómplices. Se estima que estos adoptaron incursionar en la exportación diferenciada con la línea de control verde que sugiere un nulo riesgo de acuerdo a la tabla de controles existente hasta ese momento; porque después está la exportación calificada por la línea amarilla, de riesgo moderado y finalmente la roja que se relaciona con las cargas de alto riesgo. Se supo además que la compañía naviera Grimaldi Lines fue la que participó en los dos embarques hacia Hamburgo, una en el mes de julio (con los 4.500 kilos de cocaína) y otra anterior –de abril- que terminó igualmente con un escándalo ya que en Alemania se incautaron 400 kilos de cocaína, que habían sido subidos a bordo en Santos y no en Uruguay. Por todo este muy interesante derrotero de la cocaína, ahora la Fiscal Mónica Ferrero trabaja literalmente a full para ir hilvanando conexiones y en esa labor tiene bajo la lupa a despachantes de aduana y operadores portuarios, privados y estatales, porque de hecho, si la cocaína (los 4.500 kilos) fue subida a bordo del buque, esta maniobra se hizo en el puerto en la etapa final, pero anteriormente deben haber habido otras instancias. ¿Cómo entró la cocaína al Uruguay? ¿De dónde proviene? ( hay firmes sospechas que sea de Bolivia) ¿Dónde estuvo almacenada antes de subirla a bordo e instalarla en el contenedor, el que finalmente fue interceptado en Hamburgo?. La Fiscal Ferrero deberá (y viene trabajando en ello) desentrañar todo este circuito, hincando el diente en una de las redes de narcotráfico más importantes de los últimos tiempos. Una red de narcos que seguramente debe haber hecho un trabajo de inteligencia muy eficiente en el Uruguay, para concretar el traslado, pero que no fue coronado con éxito, porque en Hamburgo los 4.500 kilos de cocaína cayeron en manos de las autoridades.

Paralelamente, al tiempo de expandirse la noticia de que la cocaína incautada en Hamburgo había salido del Uruguay, desde la presidencia de la Administración Nacional de Puertos se informó a los medios que en un futuro mediato se pondrían en práctica diversas y nuevas medidas de control. Porque obviamente, fueron los controles los que fallaron o los que se enviciaron, práctica que por otra parte forma parte de la metodología criminal cuando de narcotráfico se habla. Pero además, con el correr de las horas, desde filas del Ministerio de Economía y Finanzas se dio a conocer que el gobierno destinaría 4 millones y medio de dólares para combatir el narcotráfico. En tal sentido se anunció, esta vez con bombos y platillos, que se compraría un scaner (por valor de 3 millones de dólares) para revisar contenedores, destinándose el millón y medio restante de la partida para solventar otras infraestructuras tendientes al combate del tráfico de drogas. Los recursos millonarios fueron aportados por el Fondo de Decomisos de la Junta Nacional de Drogas.

A todo esto, y mientras en la ciudad de Montevideo, y en el Uruguay todo, el boca a boca ciudadano ya baraja la idea (que no es desacertada por cierto) de que nuestro país forma parte del camino de los narcos internacionales y además es base de operaciones de las actividades criminales a gran escala de mafias de narcos (¿estando entre ellas la organización italiana ‘Ndrangheta, como una más o como regente de las operaciones criminales ?) los diarios locales dieron a conocer que en Alemania y Francia, a diferentes niveles, también ya se habla de que el Uruguay es un nuevo centro mundial del narcotráfico. Hasta hoy, ya los es Argentina y también Brasil.

Y en ese contexto de novedades de distinto tenor, en el Uruguay, el Ministro de Relaciones Exteriores Rodolfo Nin Novoa declaró públicamente (y significativamente) : “Difícilmente se puede tener efectividad del 100% en el control del narcotráfico”.

Desde hace ya algunos años, la embestida de los narcos se hizo sentir en el Uruguay, bajo diferentes formas y modalidades. Los signos (los médicos, si el Uruguay fuese un paciente, hablarían de síntomas) no pasaron inadvertidos: el deterioro de la sociedad (mayormente los jóvenes) sucumbiendo al consumo de sustancias, se intensificó, porque el narcotráfico interno se desarrolló a pasos agigantados; se desarrolló y se hizo muy cruel la violencia entre las familias o los grupos del narcotráfico local, entrando en confrontaciones por la lucha de poder, con un saldo anual elevado de muertes y de heridos; casi simultáneamente, el sicariato (modalidad preferida por los narcos) fue ganando terreno en los diferentes barrios de Montevideo y en departamentos del interior del país, como por ejemplo Maldonado, Canelones y Rivera. Y como telón de fondo, en los últimos diez años, las autoridades llevaron adelante una serie de operaciones e incautaciones de droga (cocaína principalmente) estableciéndose que nuestro país ya formaba parte de la ruta de los narcos, para hacer llegar importantes cargamentos a Europa. Y por si fuera poco, muchos elementos del crimen organizado mexicano especializado en el tráfico de cocaína, por formar parte de renombrados cárteles de la región norte del continente, fueron detectados y detenidos en nuestro medio, sumándose a ese elenco del crimen, la recaptura en el Uruguay –en setiembre de 2017- de un capo mafioso de la ‘Ndrangheta , Rocco Morabito, prófugo de la justicia italiana desde hace más de 20 años. Pero poco le duró al gobierno uruguayo la buena nueva de su inminente extradición a Italia, porque el pasado 23 de junio, día domingo a la noche, se evadió de Cárcel Central y su paradero, hasta hoy, es un enigma.

Entonces, todo este conglomerado de situaciones, visibiliza que las acciones de los narcos son de una magnitud increíble, y que las corrupciones también alcanzaron una magnitud asombrosa, extendiéndose redes delictuales en terrenos inimaginables (y quizás con apoyos muy importantes de elementos desviados del gobierno y de la administración pública), porque así funciona la mafia del narcotráfico en el mundo. Y Uruguay no sería la excepción.

Una y otra vez desde estas páginas hemos hablado del narcotráfico internacional, de cómo opera, a qué tipo de metodologías apela para corromper no solo aduaneros, sino además (y seguramente) hombres de gobierno con alto poder de mando, en los diferentes niveles de la infraestructura del Estado, en áreas portuarias, aduaneras y de las fuerzas de seguridad. Porque los narcos se manejan así: lo dominan todo y dominan a todos. Y lo dominan con recursos. Es decir lo dominan con dinero. Y lo dominan con favores. Con negocios. Con poder. Con complicidades. Y con el apoyo de personalidades de diferentes ámbitos, que muchas veces incluyen a figuras del sistema político y hasta del sistema judicial. Todo un amplio abanico de involucrados.

Estamos seguros que la Fiscal Mónica Ferrero y su equipo deben saber perfectamente, todo lo que los narcos tienen entre manos (y a todos los que pueden someter, comprar y corromper) y qué planes de acción ejecutan para concretar el traslado de cocaína por toneladas, a Europa, donde los mercados sobran, y las ganancias suman cifras inimaginables en euros, con los cuales se materializan caminos, libres de piedras y de obstáculos

En filas del gobierno uruguayo estos hechos no deberían generar asombros. Deberían generar alertas y si se quiere, un mea culpa generalizado, porque los hechos criminales superaron a quienes minimizaron (o subestimaron) las señales que los narcos fueron dejando sobre el asfalto y en las sedes judiciales, en los últimos años.

Porque sinceramente, para que se haya llegado al punto de que desde nuestra principal terminal portuaria salieran rumbo a Europa cuatro toneladas y media de cocaína; y desde nuestra principal terminal aérea haya salido más de media tonelada de cocaína también rumbo a Europa, está claro que el narcotráfico internacional, en el Uruguay, tiene aceitado muy bien todo el mecanismo represivo y de control estatal, como mínimo, en los puntos estratégicos, donde también se encuentran los funcionarios estratégicos, que son llaves para cerrar los acuerdos y los negocios, rentables hasta las nubes.

Y aceitar todo eso no es algo que se haga de la noche a la mañana. Eso es lo que se debe entender. Eso es lo que los gobernantes deben tenerlo más claro aún. Y eso es lo que los gobernantes deben hacer entender a la sociedad uruguaya. Y en consecuencia trabajar, desde los sitiales de poder gubernamental, con una verdadera conciencia Antimafiosa. Y mirar con lupa hacia la interna de nuestras fronteras, porque el pulpo maligno del crimen ya lo tenemos entre nosotros y entre nuestros funcionarios públicos. Pero desde hace rato.

Si los hombres del gobierno (los funcionarios honestos y de valores sólidos) no lo hacen, el precio que pagaremos será enorme, porque el narcotráfico es un cáncer. Un cáncer que ya está muy avanzado entre nosotros. Y no habrá quimioterapia que lo detenga.

Ergo, la democracia estará en riesgo y con ella las instituciones y la economía nacional. Después, ya estaremos a un paso de la narco política y del narco Estado. ¿O quizás ya lo estamos?

La mafia corroe, erosiona y destruye. Destruye sin piedad. No cometamos el grave error de subestimarla.

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*Foto de Portada: www.wikipedia.com  /Vista área del Puerto de Montevideo.

*Foto 2: www.elmuertoquehabla.blogspot.com  /Fiscal Mónica Ferrero.