Los diarios y noticieros de televisión y de radio capitalinos difundieron la noticia con celeridad increíble: a poco más de un año de la fuga de Morabito (cuando él todavía permanece prófugo de la Justicia uruguaya e italiana) y cuando todos supusieron que la impunidad iba a echar raíces en torno a un episodio que significó un bochorno de proporciones para el gobierno uruguayo, y ni hablar para las cúpulas del Ministerio del Interior y de Cárcel Central, sorpresivamente el Fiscal que entiende en el caso, doctor Ricardo Lackner, materializó una instancia fiscal ¿ya cercana a la definición de responsabilidades?. En concreto, en toda la jornada del jueves que pasó, en instalaciones del sector Cárcel Central, de la que hasta hace un año fuera la Jefatura de Policía de Montevideo, se llevó adelante la reconstrucción de la evasión. Todos los policías que están siendo indagados debieron estar allí presentes. Desde las seis de la mañana y hasta las primeras horas de la tarde se interrogó a un total de 15 funcionarios, que estuvieron cumpliendo tareas en la jornada en la que se llevó adelante la evasión del boss de la ´Ndrangheta y de tres recluidos más.

No hay mucho por decir de una reconstrucción en sí, porque en definitiva se trata de una instancia que no hace otra cosa que echar aguas claras sobre cómo ocurrieron los hechos, según la versión, bien sea de los querellantes, bien sea de los imputados, o como en este caso de la Fiscalía, en esta oportunidad dueña y señora de la instancia convocada expresamente por el Ministerio Público.

Carcel central Uruguay

Trascendió que los indagados estuvieron allí –en el cuarto piso del edificio de la otrora Cárcel Central- siguiéndose un estricto cronograma horario; y que cada uno estaba acompañado de su abogado defensor. Pero además se supo, como dato curioso, que el Fiscal dispuso la incomunicación de todos los indagados, al punto que ni siquiera estos tuvieron la oportunidad de dialogar con sus respectivos abogados. Paso a paso se fue llevando adelante la reconstrucción de los hechos y las evaluaciones correspondientes fueron mantenidas en absoluta reserva, aguardándose el curso de los acontecimientos, en el marco de una investigación que insumió varios meses de arduo trabajo. En paralelo, a la actuación de la Fiscalía se suma además la investigación a cargo de Asuntos Internos y de la Sub Dirección de la Policía Nacional.

Como se recordará, la fuga de Morabito, por sus características, ya desde un primer momento sugirió a los investigadores de aquellos días (y a la opinión pública) de que la misma debió haber contado con una logística muy bien definida sobrada en complicidades inevitables de personas que obviamente formaban parte de la guardia policial de aquel día. Precisamente todos esos aspectos recién se verían dilucidados con una puntillosa reconstrucción de los hechos. En ese marco y con ese espíritu se llevó a cabo la misma, y entendemos que el Fiscal actuante debe haber obtenido la información necesaria, con el cometido de definir las debidas responsabilidades.

Fue y es impensable suponer una evasión de cuatro personas (de un edificio como Cárcel Central, superado en sectores con sus respectivas puertas y accesos, la mayoría con cámaras –que se suponía funcionando, lo que no fue así- sin la intervención de personas conocedoras del terreno y sin información confidencial respecto a guardias y rutinas. Y también, fue y es impensable, suponer que una operación de fuga (de un mafioso italiano) no haya contado con una logística exterior en contante y sonante, de hecho para corromper a personas, obviamente de dentro de la institución policial.

La fuga no generó personas lesionadas y oportunamente se pudo establecer que los evadidos fueron cuatro personas: Rocco Morabito y tres detenidos. Morabito y dos de ellos huyeron de su sector de reclusión, a través de una apertura que los llevó hasta la azotea de un edificio de apartamentos lindero a Jefatura, en donde una señora no pudo evitar ver a tres desconocidos en su vivienda indicándoles sin violencias que los condujera hasta la puerta principal de acceso del inmueble para así ganar la calle.

Avanzada la noche sobre la calle San José, desde una garita lindera al edificio, ningún guardia avistó movimiento alguno y fue así que tanto Morabito como quienes lo secundaban dejaron a sus espaldas Cárcel Central. El cuarto sujeto que se dio a la fuga, lo hizo al parecer por la puerta de la calle Carlos Quijano (ex Yí).

En las instancias de investigación posteriores, además de descabezarse el mando de Cárcel Central , el cual fue depuesto en sus funciones o el cual optó por la renuncia, se fueron hilvanando situaciones que más tarde derivaron en procedimientos policiales en viviendas de Montevideo, siendo una de ellas un restaurante de la zona de Punta Carretas. Finalmente un ciudadano ruso fue procesado por el delito de encubrimiento.

Hasta donde se pudo saber, los hechos en la noche de la fuga se sucedieron en diferentes etapas. De acuerdo a los registros de cámaras de seguridad instaladas en diferentes puntos de la ciudad y fuera de Montevideo se pudo establecer que no bien Morabito y sus dos acompañantes dejaron el edificio lindero a Jefatura, caminaron hacia la calle Soriano por la calle Aquiles Lanza, ex Yaguarón, y después lo hicieron por la calle Ejido rumbo a la avenida 18 de julio, donde tomaron un taxi que los trasladó hasta la zona de Punta Carretas, internándose en el restaurante que más después fue allanado, dándose arresto a un ciudadano ruso, más tarde procesado. Lapso después se pudo saber que el ciudadano ruso en un auto los trasladó por la rambla hasta la ruta Interbalnearia y desde allí a la ciudad de Minas (dejando allí a los sujetos que acompañaban a Morabito) para finalmente regresar a Punta Carretas, no sin antes ser captados por una cámara en la zona de 8 de Octubre y Avelino Miranda.

Desde ese momento a la fecha, de Rocco Morabito ni rastro.

El saldo de todo este operativo de fuga, si se quiere cinematográfico, fue un cúmulo de especulaciones y de interrogantes a todo nivel, cuestionando (obviamente) la más absoluta indiferencia (“o complicidad”, si se puede llegar a decir) de las autoridades, respecto a la seguridad en torno a Morabito, tomándose en cuenta el grado de peligrosidad suyo, a juzgar por sus antecedentes y por la requisitoria procedente de Italia, en el entendido de que el sujeto no era otro que un boss de una organización mafiosa poderosa en Italia y en el mundo, dentro del ámbito del narcotráfico a gran escala.

Rocco Morabito, no era un delincuente simple y común. Y las autoridades uruguayas, desde el más alto nivel dentro de la órbita ministerial (del cual era titular Eduardo Bonomi) hasta el último escalafón, en el rango policial dentro de Cárcel Central, como por ejemplo el guardia que cuidaba la celda en la que el italiano estaba recluido, se sabía perfectamente quien era Morabito.

En materia de mafias operando en el mundo entero, las negligencias y las omisiones, a la hora de custodiar en la cárcel a personajes de la talla de Rocco Morabito no son asuntos banales. Las negligencias y las omisiones, cuando de mafiosos presos se trata, responden a un cometido único: la fuga. Y más aún cuando sobre sus cabezas están sobrevolando extradiciones o sentencias prolongadas.

Tal parece que la instancia Fiscal de reconstrucción arrojará resultados. Algunos deberán pagar los platos rotos. Saldrán a flote nombres de funcionarios que cedieron a las mieles de la corrupción (no hay que olvidar, además, que en los últimos meses se supo en Italia que la ´Ndrangheta desde Regio Calabria –vía Argentina- invirtió 50.000 euros para la logística de la fuga de Morabito) pero… ¿algún día se conocerán los nombres de los peces gordos (¿del ámbito ministerial?) comprometidos para el éxito de esa operación en el Uruguay?.¿Triunfará la omertá mafiosa?

Lo cierto es que Rocco Morabito, hoy por hoy, sigue prófugo

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*Foto de Portada: www.diarioelpais.com.uy/Unicom

*Foto2: www.diarioelobservador.com.uy