Era el verano de 1996 cuando, recién elegido Diputado Regional por el partido de “Forza Italia”, el entonces delfín de Gianfranco Micciché en Sicilia fue invitado a la boda de Francesco Provenzani y Gabriela Napoli, hija del jefe mafioso de Palma di Montechiaro, Croce Napoli.

Fue en dicha oportunidad que el señor Alfano besó no solo a los novios sino también al boss de Agrigento, fallecido en el 2001. Un hecho indiscutible, que ha quedado impreso en las imágenes de un “video de la boda” de más de una hora de duración  y que tendría que pasarse en todos los canales de información.

En medio de bailes, agradecimientos y entrega de pequeños recuerdos de boda en la mitad de la ceremonia aparece el nuevo Ministro, inmediatamente después del corte de la torta. Alfano besa al novio, a la novia y por último al padre de la novia, incluso con un abrazo.

En el plano criminal Croce Napoli no es uno cualquiera. Los investigadores lo identificaban como el “jefe del clan mafioso homónimo que respondía a Cosa Nostra, que actuaba en Palma di Montechiaro y en los centros limítrofes” y fue arrestado por asociación mafiosa, concurso en secuestro de persona y homicidio.

Después de haber negado largamente en los últimos años el hecho de haber estado en la boda el mismo Alfano reconoció el encuentro, pero diciendo que fue invitado por el novio y no por la novia, además de no conocer en absoluto a su padre mafioso. Pero a pesar de que por un lado las imágenes no demuestren que Alfano, que en el ’96 salió primero en las elecciones de la provincia Agrigento con casi nueve mil votos, los obtuviera gracias a la mafia, de todos modos revelan que hubo un contacto con un miembro de Cosa Nostra.

No hay pruebas de que el señor Alfano haya obtenido algun beneficio de ello y en la situación actual el secretario del partido del PDL (Popolo della Libertà, Pueblo de la Libertad) puede declararse inocente. Pero también es lícito tener la duda. Además el encuentro entre el político y el jefe mafioso no ocurrió en la calle, donde aunque sea por casualidad pueda ocurrir que hasta al Jefe de Estado le estreche la mano a sin saberlo a un “malviviente”, pero en una boda, o mejor dicho en la función religiosa más importante para los mafiosos. ¿Se puede creer realmente que los dos no se conocieran?

Si en el ámbito penal el hecho puede ser considerado irrelevante seguramente es muy grave desde el punto de vista ético-político. Sigue siendo totalmente inadmisible que el Presidente del Consejo Enrico Letta haya decidido nombrar a un político, que en el pasado fue Ministro de Justicia y hoy es Ministro del Interior, que ha besado y abrazado a un jefe mafioso. Pero Italia, es sabido, es un País al revés donde quien es corrupto, corruptible o que hasta incluso es amigo de los mafiosos llega a los despachos del poder. Mientras los honestos y los justos son enviados a la frontera (como por ejemplo a Aosta), son perseguidos o naturalmente asesinados.

Ya desdE el día siguiente a las elecciones realizadas en febrero el cuadro que se empezaba a perfilar era el de un mega chanchullo entre el PD (Partito Democratico, Partido Democrático) en nombre de falsas reformas y con la vana intención de sacarnos de una crisis económica sin precedentes. Un acuerdo inconsciente con nombramientos malolientes como el del secretario del PDL como Ministro del Interior, a quien le fué asignado el segundo cargo en importancia, después del de Presidente del Consejo, en el Gobierno italiano.

Entonces le tocará administrar un gran poder con la función, prevista por la ley, de asegurar la tutela del orden y la seguridad pública y la coordinación de las fuerzas de policía (Policía de Estado, Carabinieri, Guardia de Finanza, Policía Penitenciaria y Cuerpo Forestal del Estado). Una coordinación que también abarcará las relaciones con la Prefectura y con la DIA (Dirección de Investigación Antimafia).

También por esta razón, el nombramiento de Alfano, a la luz del encuentro con el jefe mafioso Croce, aparece como algo aún más grave. Sobre ello tendrán que responder ante la opinión pública tanto el Presidente de la República Giorgio Napolitano, el Presidente del Consejo Enrico Letta, como el Presidente del Senado Piero Grasso. A este último le habría tocado intervenir  para evitar una asignación tan escandalosa y preocupante. En su carácter de Fiscal Nacional Antimafia no puede desconocer las peligrosas amistades que el Sr. Alfano tenía. Esto es lo que habría ocurrido en un Estado “civil”. Pero después de las falsas reformas de la justicia, después del conflicto de atribuciones planteado por el Jefe del Estado respecto a la Fiscalía de Palermo que investiga sobre la negociación Mafia-Estado, después de la inserción, por parte de los “10 sabios” elegidos por Napolitano, de la reforma para la reglamentación del empleo de las escuchas telefónicas entre las prioridades del Gobierno, después de las continuas deslegitimaciones a la magistratura y después de la toma de poder de ministros y subsecretarios, de amigos o ex amigos de mafiosos como Gianfranco Miccichè de Dell'Utri (“Soy su amigo” dijo hace algunos días después del nombramiento); se siente cada vez más el peso y el hedor del Estado-mafia sobre el Estado-Estado.

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