Lodato se encontraba en el principio de lo que se convertiría en una verdadera antología que atravesaría la historia hasta el día de hoy, con “Cuarenta años de mafia”. Pero el rasgo distintivo es exactamente el bosquejado en su día por Falcone: Lodato escribe la verdad.

lodato1Y lo hace porque es parte de su ser franco e inconformista. Lo hace por su extrema honestidad intelectual. Lo hace por su libertad de pensamiento. Lo hace sobre todo porque de estos últimos trágicos y terribles cuarenta años de mafia ha sido testigo. Diría yo, un  testigo que no se ha dejado corromper por afanes de protagonismo y luces de tapa.

Para mí, así como para todos los redactores de ANTIMAFIADUEMILA, “Quince, Veinte, Treinta… años de mafia” han sido la Biblia que no podía faltar  encima de la mesilla de noche desde los primeros días en los que empezamos esta experiencia humana y laboral nuestra. Leyendo, estudiando, tomando apuntes, hemos aprendido no sólo a conocer los hechos, sino también, cómo ellos tendrían que ser interpretados. Cómo pueden y tienen que ser correlacionados e integrados en el cuadro de conjunto sin el cual perderían su sentido más profundo.

“I libri di Lodato” (Los libros de Lodato) para nosotros son una tradición.
Su prosa, que nunca fue desganada, ni obvia, es ruda y poética al mismo tiempo. Es estudiada pero nunca pomposa. Sabe transformar un libro, que es de historia en todo sentido, en una novela apasionante y dramática, capaz de provocar todos los sentimientos: conmoción, rabia, desilusión, venganza, rescate, alivio y después, también tristeza, desaliento… pero sin caer en el grotesco y en la emoción barata.

No por casualidad, transcurrido todo esto tiempo, seguimos aconsejando a los jóvenes que se acerquen con curiosidad y empeño a esta materia “I libri di Lodato”. Y es aún menos casual que hayamos querido confiar a una joven y valiosa colaboradora nuestra la reseña del último trabajo de este periodista a quien me tomo el atrevimiento de considerar como un maestro.
 
No se le dio ningún tipo de lineamiento... en sus palabras, escritas con la pasión y con la dificultad que cualquier joven siente al acercarse a la vida y a la muerte de tantos héroes y tantos asesinos, encuentro una ulterior confirmación.

Aquellos que quieran entender algo sobre la mafia, la antimafia y la historia de este nuestro esclerótico País, que abandona a sus mejores hijos para seguir cultivando a las peores serpientes en su seno; e intentar cambiarla, no puede dejar de leer a Lodato.

La mafia, el no-Estado y la generación venidera
Por Miriam Cuccu

Jamás imaginé que algún día me habría interesado leer sobre la mafia.

lodato2quarantanni_di_mafiaSin embargo, por una extraña casualidad del destino ésta se ha convertido en mi principal “materia de estudio”. No tanto por una elección obligada ya que, como justamente decía Gianni Rodari “el verbo leer no soporta el imperativo”, sino por el hecho de que una vez que empezé a conocer de verdad el País en el que vivo, y al no poder dar vuelta la cara, comencé a documentarme.

Precisamente leyendo, tratando de ir más allá de la imagen propuesta por la mayor parte de los medios de comunicación y de las fiction televisivas, en su mayoría ancladas aún al estereotipo “mafia= gorra y escopeta”.

Por lo tanto era inevitable mi “cita” con “Cuarenta años de mafia”, más que un libro un verdadero relato de una vida formada de muchas vidas, diferentes y sin embargo iguales en su esencia.
 
Un libro que supo contarme con la misma pasión de una novela la historia de nuestro País, consumido lentamente por ese cáncer causado no tanto por la mafia en si, sino más que nada por la insuficiente, lagunosa y lenta respuesta que todas las Instituciones dieron a la difusión del método mafioso. De hecho, de generación en generación el Estado ha sido inerte, en la mejor de las hipótesis. Ha sido atrapado en las burocracias legislativas y quizás también ha sido cobarde, pero en la peor de las hipótesis, conscientemente connivente por oscuras razones, por convergencias de intereses, por lucrativos negocios.

“Cuarenta años de mafia” tiene la capacidad de arrastrar al lector hasta el  corazón de la historia, realizando una especie de salto en el tiempo con el que nos encontramos junto a Boris Giuliano que investiga sobre el tráfico de estupefacientes, detrás de Pio la Torre, mientras escribe su inestimable ley, y luego, con Carlo Alberto Dalla Chiesa mientras lucha por aquellos poderes que el Estado jamás le otorgó, entre Falcone y Borsellino que no levantan la cabeza de los documentos del maxi-proceso.

Estamos con ellos, los conocemos uno por uno y  es con ellos con quienes nos identificamos. Y al final, en una interminable sucesión de tiroteos, bombas, autos destruidos por una explosión, calles destrozadas, es como verlos morir en ese momento, es como volver a perderlos. Y Lodato, a través de sus recuerdos transforma su pérdida en la nuestra. Así  es como se vuelven nuestras las enseñanzas transmitidas, de extremado valor mientras recorre ese camino “hacia el abismo”. Es la herencia que nosotros, los hijos de los atentados  que no hemos vivido, pero cuyos efectos están ante los ojos de todos, que tenemos el deber de asimilar. Tenemos el deber de llevar adelante sus ideales, el valor de Giuseppe Montana* y Ninni Cassarà, el optimismo de Paolo Borsellino, la conciencia civil de Rocco Chinnici*, del juez Costa, y de muchos otros inestimables ejemplos de vida que no fueron agradables a los, ay de nosotros, numerosos hinchas que dicen a coro el estribillo la “mafia inexistente”. Sujetos que hicieron de todo para deslegitimarlos, a través de solapadas maquinaciones y habladurías antes de sus muertes, con empalagosos discursos cargados además de insulsa retórica.

Miriam_CuccuCon tonos fuertes, pero nunca pesados, Saverio Lodato traza el particular contexto histórico-social italiano ahogado en la connivencia y en el silencio en el que la mafia gobierna desde hace décadas. Casi como si fuera un polvo impalpable que, ligero y mortífero, corrompe cualquier cosa con que entra en contacto: desde la pequeña empresa hasta las grandes licitaciones,  (sea cual sea la región de Italia en la que se encuentre es poco lo que importa) hasta las más altas cumbres del Estado. Una mafia que a esta altura se ha transformado en un talco justamente, “impalpable, ligero, casi inodoro… una mafia que incluso en el extranjero dejó de indagar, sondear, contar”. Porque es precisamente ésta la broma, el “truco” que devela el libro: el hecho que las Instituciones corran en todas las direcciones a la búsqueda de una mafia que ya no existe.

¿De que sirve, en este momento, concentrar la atención y las fuerzas en el campo, únicamente en este o aquel sicario, cuándo la cabeza del monstruo ya reside en las figuras del banquero, del político? El pool antimafia atacó al monstruo precisamente desde lo bajo, pero para poder llegar hasta su cumbre más alta, y si hubieran podido lo habrían hecho sin lugar a dudas.

¿Acaso su muerte no es una prueba más que suficiente de ello? Y con extremada claridad Lodato explica que el Estado, contrariamente a la mafia, no ha evolucionado, no ha progresado en su lucha (cuando ha existido) y por lo tanto se encontró frente a una mafia que ya era completamente diferente de la que contaminaba las calles de la ciudad de Palermo en los años '80, que ya no se encontraba en los titulares de primera plana, y no supo qué hacer. “¿Qué mafia era – de hecho – una mafia que no mataba a nadie? ¿Qué mafia era sin sus rituales más arcaicos y tradicionales? ¿Dos mafiosos que dejaban de besarse entre ellos podían seguir llamándose mafiosos? ¿Mafiosos que no emitían sentencias, al final de sus improvisados y lacónicos tribunales, tenían aún un appeal merecedor de ser descripto? Mafiosos que ya no quemaban las imágenes sagradas durante el juramento de iniciación, que dejaban de pronunciar fórmulas pseudo litúrgicas, que ya no se estrangulaban entre ellos con hilos de nylon, que ya no derretían a los cadáveres de sus rivales en barriles de ácido muriático ¿en qué tipo de mafiosos se habían convertido?” Mafiosos que ya no tenían absolutamente nada de especial, en fin. Luego está esa parte de Estado que, más que no saber qué hacer, se “divierte” observando cuán bajo puede caer nuestro País en cuanto a credibilidad e iniciativas en la antimafia. Que goza al ver a esas pocas personas que han hecho propias las ideas de Falcone y Borsellino y que están decididas a llevarlas adelante, braceando en un mar de solapadas legislaciones y falsas promesas de quienes defienden a capa y espada su propia “calidad de intocable”.  Una verdadera razón de vida de ese “gobierno de perros” que Italia tuvo el honor de tener  durante varios años.

giorgiobongiovanni“Cuarenta años de mafia” es un tipo de texto académico, pero que tiene el ritmo y la capacidad característicos de una novela, de conquistarte con la historia. En el cual Lodato con un lenguaje que nunca llega a ser incoloro, ni aséptico, sino con el bagaje de quien ha vivido los acontecimientos de los que habla sobre sus propios hombros, nos describe desde el principio ese “camino hacia el abismo” bañado por la sangre de muchos hombres justos que sacrificaron su propia vida solo por amor a un sueño. El de ver a esta nuestra hermosa y desgraciada tierra” libre finalmente. Ahora es nuestra tarea escribir el final de la historia, si llegara a tener uno, algún día.
 
* Nota: En el 1980 se formo el “pool” antimafia bajo la dirección de Rocco Chinnici en el que trabajarían tres magistrados (Falcone, Borsellino y Giovanni Barrile) y dos comisarios (Ninni Cassarà y Giuseppe Montana).

El 29 de julio de 1983 Rocco Chinnici perdió la vida tras la explosión de un coche bomba frente a su casa. A finales de julio de 1985, Cosa Nostra asesinó a Giuseppe Montana. A los pocos días, el comisario Ninni Cassarà también fue asesinado.
En el 1992 los magistrados Falcone y Borsellino perdieron la vida en los atentados de Capaci y Via D’Amelio.