destrudofoto1Por desgracia no volví a tener más noticias suyas que la trágica muerte de su joven  hijo Juan Francisco Sicilia Ortega, junto con otros compañeros de edad semejante. El crimen, como todos los crímenes fue artero, brutal, sin sentido ni razón. Fueron muchachos víctimas de un país que se ha convertido en violento ydestrudofoto2 despiadado. Desde que Felipe Calderón desató la guerra contra la inseguridad y el narcotráfico, la situación en casi toda la República se ha tornado bestial. Tenemos miedo, hay ciudades que lloran por sus muertos, en otras vivimos enclaustrados.
Javier Sicilia escribió una suerte de oración fúnebre por la muerte de su hijo y ha dado la batalla donde le ha sido posible. No es un hombre poderoso pero cuenta con el don de la palabra y en ella ha depositado su fe, su necesidad de justicia. No responsabiliza a nadie en especial, se dirige a un país destruido por la política. Como nunca los partidos, los destrudofoto3funcionarios, los líderes sindicales, las instituciones, han contribuido a pervertir a la nación. Si en 1910 la violencia era necesaria y se dio, hoy es producto de una clase política inmoral y demente que sólo pugna por sus cuotas de poder y permite la extrema pobreza de la mayoría y algunas decenas de millonarios inauditos. Hay que escuchar a priistas, panistas, perredistas y demás partidos. A nadie le importa el país, a nadie le interesa el destino de sus habitantes, no saben si vivimos en el terror permanente porque ellos van y vienen rodeados de seguridad, viajan en automóviles blindados, con guardaespaldas. Están a salvo de la violencia que ellos han desatado y fomentan.

destrudofoto4Ha comenzado la campaña por la presidencia, los partidos y sus candidatos mienten, son cínicos, no les preocupa más que la imagen propia, los votos a su favor, el triunfo, el poder y el dinero. La sociedad es víctima de sus luchas, de sus intercambios de ofensas, de sus actos más pensados en función electoral que en la tranquilidad y bienestar de la ciudadanía. Por eso el poeta Javier Sicilia, el padre adolorido por la muerte de su hijo, ha escrito un agudo texto titulado “Estamos hasta la madre” y tiene razón, lo estamos. Uno redacta unas líneas tratando de contribuir a reestablecer un cierto orden, una conducta decente y a cambio recibe ofensas de los partidos políticos, de sus militantes, todos fanáticos, agresivos, muchos asesinos y ladrones. La corrupción se ha destrudofoto5generalizado, de nada sirvió la alternancia. La incapacidad plena y la podredumbre se han instalado en Los Pinos, en las cámaras de legisladores, en cada una de las secretarías y en las llamadas fuerzas del orden.
Los jóvenes arrancaron una campaña exclamando “¡Basta de sangre!”, está en las redes sociales de internet, pero también en las calles y en las escuelas. A cambio reciben toneladas de ofensas y mentiras de la clase política. Las alianzas son inmorales porque no buscan cambiar a México, pretenden acomodarse en el poder. Son los mismos, no hay partidos distintos. Es uno e indivisible por más que se desgañiten dándonos sus diferencias ideológicas. Ideología es lo que menos existe. No hay programas, sólo ambiciones y demagogia. Han desplazado lo más bello, el arte, la educación y la cultura y nos han obligado a vivir en el miedo. Atrás de cada esquina, en la noche o en el día, alguien aguarda para robarnos, secuestrarnos, asesinarnos ante la frialdad de las autoridades que únicamente actúan cuando se ven obligadas por algunos medios de comunicación sensibles. En la guerra contra la inseguridad, hay más hazañas de ciudadanos agredidos que de policías, autoridades y militares. La justicia es una falacia, allí se esconde la mayor corrupción y sentido de maldad.

destrudofoto6Tiene razón Javier Sicilia cuando señala que es al poder, a la política a quien debemos tenerle miedo. Son las instituciones las que toleran, permiten o fomentan a los ladrones, asesinos y secuestradores. La pregunta es ¿hasta cuándo vamos a vivir así, aterrorizados, temblando de pavor? Es difícil saberlo, los políticos están ocupados mostrando su fuerza en el Estado de México o en Nayarit. A Calderón le preocupa conservar el poder en manos del PAN, a los perredistas la sobrevivencia y que su extrema corrupción no se note tanto, a los priistas recuperar la presidencia de la República, a los partidos morralla, mantenerse a flote para seguir percibiendo recursos, nuestro dinero, del desprestigiado IFE. Las universidades públicas y sus sindicatos y sectores más radicales, mueven sus piezas como si fueran partidos políticos. Todo está politizado de manera inútil, confusa. Hemos dejado de ser racionales. ¿Dónde y por qué perdimos el rumbo y permitimos ser manejados por seres sin ética, sin amor y sentido de justicia? ¿Dónde y cuándo?