Y la política en primer lugar: el verificar la verdad histórica no es algo que le corresponde a la magistratura, sino a la política misma. Esta Segunda República literalmente entierra sus cimientos en la sangre de aquellos atentados, en esa negociación que se llevó a cabo entre bastidores de dichos atentados”.

Estas frases tienen un único significado y dejan ver sin lugar a dudas el objetivo que Ingroia y también otro fiscal, es decir Nino Di Matteo, se han prefijado: el de organizar en contra de ellos mismos un falso auto-atentado para sensibilizar principalmente a la opinión pública y por lo tanto, especialmente Ingroia, obtener beneficios políticos.

Por otro lado es lo que hizo Falcone cuando, sobre el arrecife del Addaura, en junio de 1989, tres años antes de que muriera en la autopista por un “accidente de tránsito”, como es sabido, puso él mismo los 55 cartuchos de dinamita para hacerles creer a todos que se encontraba bajo amenaza de muerte por parte de Cosa Nostra. Y cuando afirmó que habían sido “mentes refinadas” cercanas al Estado los que idearon ese atentado, su delirio de protagonismo superó incluso la más delirante fantasía.(La forma de expresarse de Giorgio Bongiovanni es tristemente irónica debido a la atmosfera hostil que rodea algunos magistrados italianos como Nino Di Matteo y Antonio Ingroia, ndr.)

Dicho esto no puedo hacer otra cosa que exaltar algunos precisos y puntuales artículos firmados por otras tantas estrellas del periodismo italiano que avalan la teoría mía, sincera y espartana en un modo más intelectual y socarrón: Antonio Ingroia en primer lugar, Di Matteo y algún otro juez de la Fiscalía de Palermo, inventándose esta historia de la “negociación”, pretenden salir a escena, en la politica y ganar las elecciones.

El hecho de que la mafia, brazo armado de algunos elementos del Estado, de los servicios secretos y de aquellos poderes que son definidos como “sistemas criminales”, quiera asesinar a Ingroia, Di Matteo y otros magistrados, quizás de la Fiscalía de Caltanissetta que investigan sobre los mandantes externos de los atentados del ‘92 porque están demasiado cerca de aquellos hilos intocables que mueven los hombres que han destruido nuestro País, es un concepto que hace reír y sacudir los hombros a las súper estrellas del periodismo italiano.

Espero no tener que ver nunca esta escena que ya está lista. En el momento que los jueces y sus escoltas vuelen por los aires estos libelistas del poder exclamarán: “Era amigo mío”, “Yo personalmente cené con él” etc... etc... y otras vomitivas y nauseabundas afirmaciones. En esa oportunidad también se encontrarán personajes de la política y sobre todo otros jueces, incluso miembros del CSM (Consejo Superior de la Magistradura) que hoy más que nunca se parece a un nuevo sanedrín compuesto por hipócritas escribas y fariseos con toga, listos para recordar a todos que habían sido amigos fraternales de los jueces asesinados junto a sus escoltas.

Para terminar mi “acta de acusación” hacia los hipócritas y los cobardes que todavía juegan con las vidas humanas, éste es mi pensamiento. No soy Pasolini*, pero como él no tengo todas las pruebas, aunque alguna si, para afirmar que los magistrados mencionados anteriormente son los próximos blancos de Cosa Nostra, en el momento que se llegara a retomar, por razones de Estado e intereses criminales económicos, la estrategia de los atentados.

Sería oportuno que las Instituciones, todas las Instituciones, los organismos de prensa y todos los ciudadanos nos ciñésemos alrededor de estos magistrados, quienes, si permanecerán con vida, nos regalarán por primera vez en la historia de Italia la verdad y la justicia. Para que nuestro País salga de esta mierda asquerosa de corrupción, mafia y delincuencia.

Nota: Pier Paolo Pasolini: periodista, escritor e intelectual italiano que decía “Yo se. Pero no tengo pruebas”.